Hasta 18% de riñones trasplantados tiene cálculos renales: Estudio
Ciudad de México. 28 de abril de 2016 (Agencia Informativa Conacyt).- De acuerdo con datos de la Secretaría de Salud (SSA), al cierre de 2015 se contabilizaban 12 mil 95 receptores en espera de una donación de riñón. La misma dependencia reporta que hasta ese año, el histórico de trasplantes (donadores fallecidos y vivos) asciende a 43 mil 320. De ese universo, 33 mil 381 corresponden a donantes vivos y nueve mil 941 a donantes cadavéricos.
La Ciudad de México se ubica como la entidad con más trasplantes realizados, al contabilizar 730; le siguen en orden de importancia Jalisco (527); Guanajuato (178); Nuevo León (169); y Puebla (167). En contraste, el estado con menos trasplantes es Colima (uno); Oaxaca (tres); Chiapas (tres); Zacatecas (nueve); y Baja California Sur (14).
Lo anterior se refiere porque hasta ahora, aun cuando se trata de uno de los trasplantes más importantes y demandados, solo detrás del de corneas, pocas son las investigaciones médicas orientadas a incrementar las posibilidades de un trasplante cien por ciento exitoso en el largo plazo.
Ante ello, el doctor Carlos Enrique Méndez Probst, médico adscrito al Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán, lleva a cabo un proyecto de investigación para determinar el estado de salud de los órganos destinados al trasplante renal.
La problemática existente
En entrevista exclusiva con la Agencia Informativa Conacyt, Méndez Probst explicó que en México las personas que no tienen función renal se enfrentan a dos opciones que son la diálisis en cualquiera de sus modalidades o el trasplante renal. “Frecuentemente esos pacientes cuentan con un familiar donador, proceso llamado trasplante renal por donador vivo relacionado”, dijo.
Asimismo, detalló que en otros casos, cuando el paciente no cuenta con un familiar o este no es compatible para donarle el riñón, deben entrar a una lista de espera de donadores cadavéricos.
Acerca de los donadores cadavéricos
En ese contexto, recordó también que en México muchas personas tienen piedras en los riñones y que solo aquellas que presentan molestias lo saben; no obstante, aquellas que no tienen síntomas, sencillamente no se enteran de que las tienen. “Usualmente se trata de una enfermedad de personas jóvenes (entre 25 y 45, hasta los 55 años de edad). Coincidentemente se trata de los mejores candidatos para convertirse en donadores cadavéricos”.
Evidentemente existe una relación entre ambos datos, y ante ello el doctor Méndez Probst dijo que actualmente no se sabe a ciencia cierta cuántos riñones de donadores cadavéricos son trasplantados con una piedra adentro, condición médica llamada litiasis obsequiada por donador.
“No se sabe porque usualmente estas personas al ser jóvenes y supuestamente sanas y al no tener una cultura de la prevención en materia de salud, por lo general no han tenido una evaluación médica antes del evento que precipita la muerte y, por ende, tampoco identifican antes de morir la presencia de la piedra”.
La relevancia del dato radica en que el riñón trasplantado se comporta de manera distinta a la que se comporta uno sano en el paciente receptor. “Si se te bloquea un riñón con una piedra que no sabías que existía, el tiempo que toma identificar la causa puede derivar en que el paciente pierda nuevamente la función renal e incluso el injerto”.
El proyecto de investigación
A decir del médico, su proyecto de investigación actual busca determinar cuántos de los riñones provenientes de donadores cadavéricos cuentan con piedras en su interior. “Lo que hicimos, tras presentar el proyecto ante el comité de ética y ser aprobados, fue realizar una tomografía computarizada al riñón una vez que ingresaba al hospital”.
El siguiente paso consistió en analizar los datos y derivado de ello se encontró que un gran porcentaje de órganos tiene piedras y que esos órganos estaban siendo trasplantados así. “En nuestro estudio, 18 por ciento de los riñones, es decir, casi dos de cada 10, tiene una piedra”.
“Este estudio sirve, en primera instancia, para documentar que sí existe ese problema, que hay muchos órganos cadavéricos que vienen con piedras, y en un segundo nivel determinar en qué casos son piedras que se pueden vigilar muy estrechamente y en cuáles se requiere de una cirugía, la cual puede realizarse incluso antes de llevar a cabo el trasplante”.
Las alternativas
De acuerdo con el investigador, tener en cuenta este conocimiento va más allá del dato estadístico porque incluso podría derivar en la modificación de algunas políticas médicas, por ejemplo, implementar las tomografías computarizadas a todos los órganos provenientes de pacientes cadavéricos.
De igual forma, permitirá definir, de manera preventiva, el tratamiento que se dará al receptor del riñón para que elimine la piedra, o definir, en caso de ser necesario, la realización de una cirugía al órgano antes de ser trasplantado. “Tú puedes operar el órgano fuera del cuerpo de alguien a través de la vía endoscópica, puedes darle un tratamiento, sacar la piedra y posteriormente injertarle un órgano ya sin ningún cálculo renal al receptor”.
Según Carlos Enrique Méndez Probst, el siguiente paso radica en establecer con mayor precisión las dimensiones del problema, «es necesario ampliar la investigación para madurar mucho más los datos, esto último probablemente por medio de la creación de un registro nacional de litiasis en injertos cadavéricos, lo cual nos ayudaría a diseñar guías clínicas para la vigilancia y atención de estos pacientes».
El Estudio concluyó hace tres meses aproximadamente y los resultados se encuentran en proceso de publicación. El proyecyo de investigción ocurrió de 2012 a 2014 y se implementó con todos los órganos que arribaron al Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán.
Artículo Original: http://goo.gl/iQhNQN por Armando Bonilla